Pintor de Algarrobos
BERMUDEZ, EL MAESTRO DE BRIZUELA
Luego del nacimiento de su primera hija, la pareja se instala en Catamarca donde Brizuela profundiza su relación con el pintor Jorge Bermúdez. Con su aliento decide dedicarse de lleno a la pintura y dejar la fotografía artística. Jorge Bermúdez, de sólida formación académica, había nacido en Buenos Aires en 1883, estudió arte en Paris y en España, donde fue discípulo de Zuloaga. Llega a Catamarca a principios del siglo XX, buscando motivos para su pintura. Seguía el mandato de la época: pintar lo propio, lo que hoy llamaríamos la Argentina profunda, la Latinoamérica interior con su paisaje y su gente. El maestro estaba casado con la catamarqueña Ofelia Rivera Olmos.
Cuando nuestro pintor estaba en Santa Fe, Bermúdez gana el Premio Adquisición en el Salón Nacional de 1914 y es medalla de oro en la afamada Exposición Internacional de Río de Janeiro en 1915, oportunidad en la que Brizuela gana también la medalla de Plata en fotografía. En Catamarca, Jorge Bermúdez se había casado casa con una
Bermúdez y Brizuela hacen una exposición conjunta en la ciudad de Catamarca en el año 1925, en esta oportunidad se trata de una invitación del maestro y al lado de las fotografías se exponen al público los primeros óleos de Brizuela. Ambos artistas mantienen una intensa comunicación, aún en la distancia, hasta la inesperada muerte de aquél en Granada, España en 1926. Nuestro pintor siente un entrañable cariño por su maestro, sus obras tienen lugar de privilegio en todos los salones que organiza, también lo tienen en sus cuadros y en sus fotografías. La prensa de la época lo destaca. Por ejemplo un artículo publicado por el diario La Capital de Rosario, dice en relación a la Exposición de Fotografías y óleos de L B en el Circulo de Rosario: “Con un botijo que Bermúdez utilizó en muchos cuadros y que legara a Brizuela, ha hecho éste “Los botijos” con calidad y perspectiva admirable. Frente a él percibimos la realidad de la naturaleza muerta con su color sucio de tierra gredosa, de bulto, ante un ángulo de la “Iglesia de Hualfín” de Jorge Bermúdez.”
PINTOR DE ALGARROBOS
La decisión de Laureano Brizuela de dejar la fotografía artística para dedicarse de lleno a la pintura es un hito en su vida. Sin embargo, cambia el oficio pero no el tema de sus obras: en ellas sigue siendo el paisaje, las montañas y el algarrobo, el centro de interés.
Brizuela pinta su entorno naturalmente, es un enamorado de la belleza, un investigador de la luz. Es el poeta de los algarrobos. Parece que por momento acerca la lente para hacer un primer plano y se adentra en la infinita variedad de los tonos habanos que tienen sus cortezas o los pinta allá lejos, como parte inefable del paisaje. Se detiene a la orilla de un arroyo, o lo hace majestuoso, junto a la pulpería, hace un tríptico de algarrobos y los multiplica en un bosque. Por momentos parecería que uno está a su sombra cuando se miran sus cuadros. En relación a su intensa comunicación con el algarrobo, árbol sagrado en la cultura calchaquí, su amigo, el escultor Santiago Chiericco dice: ““El paisaje, del cual era él mismo, en íntima y dichosa compenetración, menos que un hombre, era un árbol…” Adhiere a la técnica del impresionismo, pinta retratos y naturalezas muertas, pero es el efecto de la luz en los cerros y en el paisaje lo que lo desvela. Al estilo de sus pares impresionistas de la época, pinta al óleo, en caballete y al aire libre. Pinta desde diferentes perspectivas varias veces el mismo motivo, como las capillas o las series del antiguo Cementerio de Choya de Catamarca. El escritor y lingüista catamarqueño Federico Pais dice de él: “Lo recuerdo una tarde frente a una tela suya, me hablaba de sus ansias furiosas de captar esa luz multitudinaria y rumorosa que lanzan al aire azul, azul, las mil hojitas voladoras del algarrobo…”
El artista Alonso Barros Peña, quien fuera director del Museo Laureano Brizuela, en una nota publicada en el diario La Unión de Catamarca del 15 de diciembre de 1963 dice de la técnica de L. B: “…observando más detenidamente la superficie de la telas vemos que mantienen una resistencia satinada, casi de esmalte; virtud que se acentúa con los barnices de cristal que empleaba y la excelente calidad de los óleos, casi todos importados: Reembrant, lefranc, Wilson y Newton). Luego agrega: “empleaba con preferencia los pinceles chatos, de cerda dura. El sopote de sus óleos en bastidor, lo constituye un grueso cáñamo de la India, con base de albayalde y gelatina.”
“Celoso del oficio, realizaba a menudo él mismo todos estos preparativos y la preocupación por un acabado técnico, debio constituir una de las mayores ambiciones en sus búsquedas formales a juzgar por el criterio analítico con que seleccionaba su literatura referente”
En el 1926 dos obras suyas, “Mañana de choya” y “Quebracho” son aceptadas en el Salón Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. A partir de entonces expone todos los años. Su presencia continua en los Salones Nacionales organizados por el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, permiten al generoso Brizuela crear lazos con los artistas del momento y construir relaciones con las cuales cimentará proyectos para su provincia. De estos contactos nacen profundas amistades que perduraran a lo largo de su vida como Santiago Chiericco, Rogelio Irurtia, Lía Correa Morales (la pareja se alojaba en casa de los Brizuela) Cecilia Marcovich, Pablo Borgavello, Rafael Bertugno, Molina Campos, y tantos otros, sin dejar nunca la comunicación epistolar con los amigos de Santa Fe y Rosario. Se afianzan de igual modo su amistad con Ramón Gomez Cornet, Fernando Gramajo Gutiérrez y Cleto Ciochini, asiduos visitantes a su estudio.
La correspondencia y las actividades culturales que planificaba Brizuela en Catamarca con la colaboración fundamental de su amigo y primo-hermano Alfonso de la Vega, confirma la existencia de una dinámica comunicación con artistas con los que comparte un lenguaje, una visión del arte, ideales y proyectos. Hay entre ellos solidaridad y compañerismo. Los salones y concursos organizados en Catamarca y en Santiago del Estero en ese período, son un ejemplo de esto. La entrega al trabajo por la cultura y el desapego a lo material de Brizuela fueron legendarios, más de un artículo periodístico lo destacan.
Brizuela soñaba con hacer Salones Nacionales en Catamarca y crear un Museo de Bellas Artes. Conforma una Comisión Provincial de Bellas Artes en el año 1935 en la que trabajan arduamente algunas de sus discípulas y personalidades de la ciudad interesadas en las artes plásticas. Esta comisión da lugar dos años después, en 1937 a la creación del Museo Provincial de Bellas Artes que hoy lleva su nombre. Todos su amigos apoyan entusiastas esta inauguración y donan sus obras para el Museo, es uno de los más dotados del Noroeste Argentino.
La comisión de Bellas Artes liderada por Brizuela consigue incluso un terreno en pleno centro de la ciudad, en calle San Martín para su futura construcción, donde se coloca una piedra fundamental. Hoy el terreno permanece sin uso y el Museo funciona en una casa alquilada.
En 1938 L B gana el Premio Adquisición del Salón Nacional de Bellas Artes con su obra Día gris en Pomancillo, óleo que tiene en primer plano la Iglesia de Santa Bárbara, ubicada en ese lugar, en las cercanías de la ciudad de Catamarca en medio de un paisaje singular. El jurado estaba integrado por Emilio Centurión, León Pagano y Pío Collivadino. En el mes de abril obras de Brizuela habían sido expuestas en la Exposición de Semana Santa de la galería Müller: “El algarrobo y la pulpería” (óleo de extraordinaria factura con un algarrobo en primer plano y la presencia de caballos ensillados) y “Tarde gris en La Carrera”. (La Nación, 24 de abril 1938, roto grabado).
En 1938 Brizuela y sus amigos organizan el “Primer Salón de Arte del Noroeste Argentino el roto grabado del diario La Prensa le dedica media página con fotografías de los cuadros. También lo informa el diario La Nación.
En el mismo año 1938 la comisión del Museo, liderada por Brizuela, organiza el “Primer Salón Nacional de Pintura del Noroeste Argentino”, con la presencia de notables artistas de la época, Enrique de Larrañaga, Ramón Gómez Cornet, Florencio Molina Campos, Fernando Gramajo Gutierrez, Santiago Chiericco, entre otros. Los diarios La Prensa y La Nación de Buenos Aires se hacen eco de este acontecimiento y reproducen importantes fotografías de las obras y de los protagonistas.
En abril de 1941 el Museo de Bellas Artes de Catamarca, organiza un “Salón de Arte Pictórico” en la ciudad; el jurado de admisión y premios está conformado por Ramón Gomez Cornet y Laureano Brizuela, por la comisión organizadora y por Enrique de Larrañaga designado por los artistas concurrentes. En buenos aires los diarios La Nacón y La prensa lo destacan, lo mismo que la prensa de Catamarca (El Ambato, 28 de abril 1941). Entre las 170 obras que se exponen y entran en concurso, están las de: Cecilia Marcovich, Alfredo Guido, Rogelio Irurtia, Pablo Borgavello, Lía correa Morales, Emilio Centurión, Florencio Molina Campos, Ana Weiss de Rossi, Quinquela Martín, Juan Carlos Miraglia, Víctor Rebuffo, entre tantos otros.
En en año 1946, la Galería “Rose Marie” de Buenos Aires (Florida 433) organiza la muestra EL PAISAJE ARGENTINO, sus principales intérpretes en la actualidad. LB es uno de los expositores junto a José Malanca, Demetrio Iramain, Enrique Larrañaga, Adán Pedemonte, Fray Butler, Rafael Bertugno, Manuela Allés Monasterio, etc.
En 1950 realiza su primera Muestra Individual en la Galería Müller de Bueno Aires, con una positiva repercusión de la crítica y el público. Lo diarios de Rosario y de Santa Fe lo homenajean con críticas muy buenas y lo siguen llamando “el maestro del paisaje”.
En la ciudad visita al escultor Santiago Chierico con el propósito de solicitarle un retrato de sí mismo. Con la mayor naturalidad y tranquilidad le explica que lo quiere para dejar a su familia, ya que según le había dicho su médico, la muerte estaba próxima. Santiago en principio se niega, pero ante la seguridad de su amigo, accede, optando –como dijo después- por “el derecho a la muerte” que tiene cada uno. En un escrito publicado en el Nº 5 de la Revista Cultural Árbol (1956) que editaba la Dirección de Cultura de la Provincia de Catamaca el mismo Chierico cuenta que en dos sesiones terminó el retrato y que durante ellas charlaron serenamente de cualquier cosa. Luego con Rogelio Irurtia lo despiden en la Estación de trenes de Retiro en un clima de alegre amistad, sin imaginarse que era la última vez que lo veían. Laureano Brizuela muere repentinamente en la ciudad de Catamarca el 28 de noviembre de 1951. La cabeza de Brizuela, obra maestra de Santiago Chierico, está actualmente en el Museo de Bellas Artes de la provincia.
Sus obras están en el Museo Nacional de Bellas Artes, (en préstamo en la Embajada Argentina en Washington y en la sede de la OEA), en el Museo Sívori, en el Rosa Galisteo Rodriguez de Rosario, en el Castagnino, en el Museo de Bellas Artes de Catamarca, en los Museos de Bellas Artes de La Rioja y Santiago del Estero y en importantes colecciones privadas.
Fuentes consultadas:
–Laureano Brizuela, el fotógrafo, el pintor, el hombre Gabriela Estela de la Orden- Graciela Pernasetti en Revista del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Catamarca Año V-Nº 5 – Actas II Jornadas de Historia de la Familia y Genealogía de Catamarca
Catamarca, Argentina 5 y 6 de julio de 2014
-Archivo particular de la familia Pernasetti- Brizuela